En el año 1950, un hostelero veneciano Giuseppe Cipriani, sorprende a su amiga la condesa Amalia Nani Monicego, que por prescripción médica no puede comer carne cocinada, con un plato de carne de buey cruda, cortada en finísimas láminas, aderazada con aceite de oliva y unos toques ácidos.
El nombre de carpaccio surgió del interés del cocinero por la pintura renacentista, concretamente de la corriente denominada Quattrocento, liderada por artista como Botticelli. Entre los destacados  y procedentes de la escuela veneciana, destacó Vittorio Carpaccio.
Este plato hoy es mundialmente famoso, hasta el punto de prepararlo con otro tipo de carnes e incluso frutas y verduras.


Ingredientes
un manojo grande de rábanos
1/4 de cebolla morada
un puñado de piñones
un puñado de kikos
aceite de oliva virgen extra
la ralladura de un limón
dos cucharadas de zumo limón
unos tallos de cebollino

Preparación 
Laminamos finamente los rábanos.
Cortamos en daditos muy finos la cebolla.
Tostamos los piñones.
En un bol ponemos la cebolla, junto con el aceite, y dos cucharadas de zumo de limón.
En un mortero picamos los kikos finamente.
Colocamos las láminas de rábanos en el plato.
Repartimos el aderezo de cebolla, limón y aceite de oliva virgen extra, los piñones, espolvoreamos el polvo de kikos, la ralladura de limón y unos tallos de cebollino picado finamente.

 

Os invito a visitar las cocinas de Carmen, Miquel y Ana para ver que nos han preparado.